Ansiedad y estres
Que es la ansiedadLos que tenemos ansiedad no somos conscientes de la fuerza interior que realmente tenemos... Justo cuando tenía más ansiedad, tuve que combinar la
ansiedad y el estres por el fallecimiento de mi padre.
Ansiedad y estres
Durante varios meses, cogí por costumbre ir a casa de mis padres todos los viernes. Me resultaba muy relajante cerrar la semana laboral sin tener que pensar en qué y dónde comer. ¡¡La rutina genera seguridad!!
Llamé al portero pero no tuve respuesta. Esperé y como nadie contestó, decidí sacar las llaves que tenía en el bolso para abrir yo misma el portal.
-"Da igual si es invierno o verano, en ésta escalera siempre hace fresco" - Lo cierto es que agradecía aquella frescura, aunque el soplo de aire que me recibió tenía matices de rancio, la familiaridad de lo viejo me gustaba.
De nuevo un ruedo metálico, ésta vez era el timbre de la puerta que tampoco tuvo respuesta.
-"Se habrán ido por ahí. Estarán en el campo" - Pensé mientras giraba la llave en la cerradura para entrar.
-"Hooola, 'me se oooyeee' (licencia lingüística). ¿Hay alguien?"- Nadie contestaba.
-"Mamaaaa, papaaaa"- Volví a insistir mientras soltaba el bolso y me adentraba en la cocina.
Todo estaba en orden. En la vitrocerámica pude atisbar una sartén y una cacerola esperando impacientes mi llegada:
-"Mmmmmm, con el hambre que traigo...!"- gulusmeaba entre las ollas mientras las destapaba para ver que tenían -
"A comer!".
Estaba a punto de empezar el yogur cuando sonó el móvil.
<-"Mamaaaa dónde estáis? Está buenísimo el pollo...." - No pude continuar, la voz de mi madre, al otro lado, era de pesadumbre y nerviosismo.
-"Vaaaale mamá. No te preocupes, ya he terminado de comer. Ahora mismo voy al hospital" - Salí corriendo...
Aquella noticia fue el pistoletazo de salida de un nuevo ciclo, me tocaba combinar
ansiedad y estres por la pérdida de mi padre. Como si fuera poco con tener
ansiedad...
Los siguientes 4 meses fueron muy duros, mi padre se iba y lo sabíamos. Me convertí en una zombi que arrastraba los pies por la vida, me pesaba el cuerpo de llevar encima tanta
angustia. De nuevo, tuve que recurrir a los
ansiolíticos para calmar un poco el hervidero de melancolía que me rodeaba. Qué días, qué fuerte fui...
Aquella
angustia mezclada con la ansiedad, hacían que mi vida fuera una verdadera tormenta
emocional donde sólo había cabida para náufragos. No había nada ni nadie que me sacara de
la ansiedad.
Mi mente sólo me lanzaba
pensamientos obsesivos, todo se vestía de oscuridad porque mi padre se moría.
Dicen que todo tiene su parte positiva... yo desde luego aquellos días sólo pude ver a través de los
ansiolíticos porque mi mente no estaba preparada para digerir el gran vacío de mi interior.
Me hizo falta mucho... muchiiiisimo tiempo para cerrar la herida y darme cuenta de lo bueno de su lenta despedida, porque fueron unos meses de muchas
emociones en forma de besos de calvorota y abrazos.
También aprendí a marcar unos valores distintos en mi vida, porque paré el trabajo, me cogí vacaciones para aprovechar al máximo aquellos últimos días.
Y se fue. El día de San Juan se fue y me dejó el mayor vacío que jamás había sentido en mi vida... vacío que por supuesto llené con más
pastillas para la ansiedad, porque con tanto
estrés emocional no estaba preparada para pararme a buscar el motivo del vacío.
De nuevo, lo que tanto repito últimamente, yo necesité echar mano de mi
psicologa en Madrid para colocar las piezas que se quedaron en el aire con el fallecimiento de mi padre. Pero eso... es otra historia... de otro día.
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Recuerda que...
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